que "mi peso se ve feo" (opinión, subjetivo).
corremos el riesgo de perjudicar nuestra autoestima.
El juicio subjetivo de cada persona
Comencemos reflexionando que todos necesitamos un criterio de las cosas. La mente desarrolla su concepto, visión y percepción de todo aquello que lo rodea, juzgándolo como "bueno", "malo", "bello", "feo", "agradable", "negativo", etcétera. Desde la apariencia del cielo hasta la vida misma, todo es juzgado por nuestra mente y categorizado.
Estos juicios son muy, muy variados entre persona y persona. Cualquier estímulo visual, auditivo, olfativo, táctil o degustable, puede ser juzgado como "agradable" o "desagradable". Sin importar que existan estímulos que son juzgados por la mayor parte de las personas como "agradables" (como una luna brillante) o "desagradables" (como el olor de un basurero), siempre puede haber una excepción que lo califique de otra forma, por la simple razón de que todo ello es subjetivo (es decir, no es verdad absoluta, o no es "objetivo").
Confundir lo subjetivo con lo objetivo
Por razones que sobra un poco abordar aquí, muchas personas suelen pronunciar sus opiniones como hechos. Por ejemplo, afirman que "esa comida es mala", en lugar de "a mí no me gusta esa comida", o "ese pantalón es horrible", en lugar de "ese pantalón no es de mi agrado". Es decir, afirman que la realidad es como ellos la perciben.
Este hecho, muchas veces, pasa desapercibido y es completamente normalizado; sin embargo, se puede correr el peligro de caer en confusiones y asumir que esas opiniones son la realidad, distorsionando totalmente nuestra percepción de las cosas. Como ejemplo, si alguien nos dice "no pruebes esa comida porque es muy mala" (debido a que no le gustó), podemos asumir que la comida, de hecho, es mala y, desde antes, tener una creencia negativa sobre ella, sin cuestionar el porqué de la opinión ni preguntar si nuestro criterio propio podría ser diferente.
Esto se hace especialmente peligroso en temas de autoestima, como veremos a continuación.
La realidad percibida desde las creencias
Pensemos en tres estudiantes que reprueban un examen. Uno de ellos, al ver la calificación, considera que es un fracaso total, que no sirve para la escuela y que está destinado a la ruina académica y laboral; otro, piensa que simplemente falló en algo y que se esforzará por corregirlo, sin perder de vista, también, aquello que hizo bien; el último, cree que el profesor le tiene envidia por sus virtudes y lo reprobó a propósito para desquitar su coraje.
Si nos damos cuenta, los tres alumnos están viviendo la misma situación, pero lo están interpretando o viviendo de forma distinta. ¿Por qué? Porque los tres tienen una autoestima diferente; el primero siente, de por sí, que es un fracaso y que fallar es lo peor que le puede pasar; el segundo acepta su error y lo lleva a la corrección, sabiendo que también tiene virtudes; el tercero, tiene delirios de grandiosidad que, muy probablemente, esconden inseguridades fuertes.
La autoestima de cada persona influye en cómo percibe lo que le dicen, lo que es y lo que le sucede. Esa autoestima, compuesto por un conjunto de juicios sobre sí mismo, tiene un origen, pues cada uno de esos juicios son ideas aprendidas que surgieron en algún momento.
Cuando la autoestima (es decir, el conjunto de juicios sobre sí mismo) es negativa, la persona corre el riesgo de percibir de mala manera todo lo que le pasa, lo que es, lo que siente y lo que le dicen. Por ejemplo, si se equivoca, pensará que es un fracaso; si termina una relación, pensará que no es suficiente; si critican su cuerpo, pensará que, de hecho, es horrible. De ahí que la autoestima sea uno de los principales pilares a examinar y tratar en la psicoterapia.
El origen de las creencias
Para descubrir de dónde viene la autoestima baja de cada persona, es indispensable que, primero, el individuo entienda la diferencia entre "objetivo" y "subjetivo"; así, caerá en la cuenta de que su percepción negativa no es una verdad absoluta, sino creencias no-objetivas. Una vez que entiende eso, puede empezar a autoexaminarse y dar pie a que descubra dónde y cuándo pudieron haberse originado tales ideas.
Los orígenes más comunes de la baja autoestima son:
- Las figuras de autoridad. Todo niño necesita que se le inculque una forma de pensar y son sus figuras de autoridad las que se encargan de eso. El niño percibe a esas personas como autoridades y, por tanto, asume que lo que le dicen es verdad. Cuando sus enunciados son rigurosos y se pronuncian como afirmaciones, el niño los va a asumir y los conservará. Ejemplo: "eres un tonto", "no sirves para hacer eso", "vas a fracasar cuando seas grande", "no debes fallar", "si fallas, eres un idiota", etcétera.
- Bullying. El niño que recibe acoso escolar suele sesgar la percepción que tiene de sí mismo, debido a que ese acoso suele manifestarse como insultos y burlas. Al no tener la oportunidad de responder a tales insultos, los asume.
- Comparaciones. Cuando una persona es comparada con otra, generalmente percibe a su punto de comparación como superior. Ejemplo: "ese hombre se ve muy atractivo porque va al gimnasio", "esa chica tiene un cuerpo hermoso, mira su abdomen plano", "ese niño es muy inteligente, saca puro 10 en la escuela". Al recibir estas ideas, la persona descubre que no tiene esas características y, generalmente, aprende a verse como inferior; más aún, suele buscar la forma de competir con sus puntos de comparación para evitar la sensación de inferioridad.
Los daños a futuro de las creencias negativas
Cuando la persona interioriza esas ideas negativas y nunca se le enseña a debatirlas, crecerá y permanecerá con esos juicios en su mente, ya que no tendrá otra forma de pensar en su "repertorio".
Esto causará que, con el paso de los años, sus vivencias, las opiniones que le hagan y su percepción de sí misma, sean interpretadas de forma negativa, pues esa interpretación se hace según la creencia previa.
Ejemplo: Si es despedida de su trabajo, pensará que su vida es un fracaso, pues se le enseñó a ver el fallo como algo inmensamente catastrófico; si se le dice que su ropa se ve mal, pensará que es una realidad para todo el mundo y que todos le verán mal; si sube de peso, se comparará con las personas delgadas, pues asume que son más bellas.
La interpretación de estos hechos solamente contribuirá a disminuir aún más su autoestima, a aumentar su exigencia y a empeorar su relación consigo mismo.
Para poder mejorar esta autoestima, es esencial que estas ideas sean CUESTIONADAS y DEBATIDAS.
Debatir las creencias previas para lograr un criterio propio
Una vez que el individuo descubre que los juicios que tiene sobre sí mismo son creencias asumidas, podrá indagar en el origen de las mismas y descubrir, quizá, que son producto de lo que sus padres le decían, del bullying que recibió, de las comparaciones que le hacían o cualquiera que sea. Es decir, podrá CUESTIONAR sus creencias.
Ejemplo: "¿realmente soy un fracaso como persona, o eso me hicieron pensar mis padres?", "¿qué evidencias tengo de ser un fracaso absoluto?"; "¿soy muy feo en realidad, o simplemente no le parecí atractivo a esa persona?", "¿qué diría alguien más de mí?"; "esa persona con abdomen plano, ¿en verdad es mejor que yo, o solo encaja mejor con el estereotipo subjetivo social?".
Sin embargo, es sumamente importante que el trabajo no se quede ahí, sino que escale a un DEBATE enfocado al CRITERIO PROPIO. Para ello, la persona debe hacer a un lado lo que otros le han dicho y centrarse en sí misma: "en el fondo, ¿qué pienso yo de esta idea?", "¿estoy realmente de acuerdo?", "¿qué otras formas de pensar hay sobre aquello que juzgo como negativo?", "¿por qué asumir ese criterio tan estricto?", "si no hubiera recibido esas ideas, ¿qué pensaría?".
La persona puede ayudarse de su imaginación para concebir otros criterios: "otra persona, muy distinta, ¿qué pensaría de esto?". Así, irá descubriendo otros criterios y abrirá su mente a concepciones nuevas.
Ojo: tener un criterio propio no significa llevar la contraria a todo, sino coincidir o discrepar porque ese criterio propio así lo dice.
Este trabajo puede durar días de reflexión y puede ser impactante, pero es posible pronosticar el inicio de un cambio positivo que mejore la autoestima de quien lo hace.
Exponerse al estímulo evaluado para modificar el criterio.
Una vez que la persona logró encontrar otro criterio, necesita "convencer" a su mente de que puede ser así. Para ello, es recomendable que se exponga al estímulo que evalúa como negativo. Por ejemplo, que se mire al espejo, que contemple a personas con "mejor cuerpo", que recuerde sus errores, etcétera.
Mientras se expone, debe tener en mente la reflexión hecha en su "debate", de manera que pueda modificar sobre la marcha su criterio y así, ir estabilizando su autoestima y lograr que ese criterio propio se consolide.
Así, puede disminuir significativamente el impacto que tiene la crítica, el fallo y la comparación sobre sí.
Ampliaré el abordaje de "debatir creencias" en un próximo artículo para enfocarlo a temas de ansiedad.