El verbo "atribuir" puede entenderse como
la acción de considerar o dictaminar que algo o alguien
es causante de un evento.
En las relaciones de pareja,
es muy común que sus miembros realicen esta conducta,
pero eso solo causa problemas.
¿Cuáles son las causas, las consecuencias
y las alternativas de ello?
¿Por qué se atribuye la culpa a otro?
La primera intención de la atribución de culpas en una pareja, como en general, es no tomar responsabilidad de lo que ha ocurrido. Esto no significa que la persona que atribuye tenga la culpa de lo sucedido (es necesario analizar cada caso).
Lo que se busca con esto, además, es evitar que las posibles consecuencias del suceso recaigan sobre la persona.
La atribución es una estrategia
La atribución es, por lo general, una estrategia de afrontamiento ante una situación. Suele estar detonada por un rechazo a la idea de asumir o vivir consecuencias de los actos hechos.
Ejemplo: un miembro de la pareja lleva a cabo una infidelidad; para evitar asumir que él/ella tendrá la responsabilidad de los conflictos o la posible ruptura derivada de su acción, "echa la culpa" de lo ocurrido al alcohol, "al momento", a la persona con quien se dio la infidelidad o, en muchos casos, al descuido de la pareja, de forma que quede libre de responsabilidades.
De esta forma, se afronta la situación de manera rápida fácil, rápida y, a veces, segura.
Un remedio peor que la enfermedad
El problema con la atribución pareciera ser una paradoja: se utiliza para acabar con el problema, pero sólo provoca que el problema se extienda. ¿De qué manera?
Las "soluciones" rápidas parecen acabar con el problema. Como ejemplos, están frases como "vamos a olvidarlo", "hagamos como que no pasó nada", "ya, empecemos de nuevo"; se dicen y, de inmediato, todo parece estar bien.
Con frases así, se logra calmar el momento, pero la mente no funciona tan fácilmente como las palabras. Decir "vamos a olvidarlo" y olvidarlo en verdad, es como decir "estoy triste, pero ya no estaré triste" y que la tristeza se vaya automáticamente; no es tan sencillo como sólo decirlo.
El rencor
Cuando existe un conflicto fuerte entre dos personas, el enojo puede causar un rencor (conjunto de pensamientos, emociones, deseos y conductas destructivas hacia una persona, provocado por un daño percibido); este rencor se contrarresta con el perdón, y este puede ser obtenido de muchas formas.
Una de ellas (la más efectiva) es el diálogo de la pareja. En él, cada uno ha de expresar su percepción de la situación (obteniendo comprensión del otro), se analiza el papel de ambos y las alternativas de solución para, con acuerdos, llegar a la solución real del problema y, juntamente, a un perdón.
Cuando el perdón no se da, la persona que se siente ofendida (suelen ser los dos) acumula en su memoria el recuerdo de lo sucedido. Estos recuerdos actúan como aire en un globo; si no se sacan, la siguiente situación puede provocar un estallido y, si no lo hay, el riesgo aumentará para la siguiente.
Esto sucede cuando se decide "olvidar" el asunto sin tratarlo ni dialogarlo.
Atribuir la culpa es peor
Ahora, cuando la "solución" es atribuir la culpa, sucede lo mismo, pero con componentes más dañinos. Al hacer esto, es la persona quien termina percibida como "la causa". Esto genera un rencor aún mayor, pues lo sucedido se hace personal y no circunstancial.
Cuando esto se prolonga o se repite, el rencor entre la pareja se hace más grande y la sensibilidad a la ira es mayor; eventualmente, comenzará a haber violencia verbal, física o psicológica (peleas con la mínima discusión) y la relación se transformará en una competencia de "quién tiene la culpa" o "quién es el bueno". A la larga, la relación terminará con muy malos términos.
Todo esto, debido a que se buscó atribuir la responsabilidad de los conflictos a la persona y se dejó de lado las verdaderas razones, como las circunstancias, el manejo incorrecto de conflictos por parte de ambos, influencia de terceros y, por supuesto, factores internos de cada miembro, entre otros.
El comienzo de algo peor
Como conclusión, tenemos que la atribución de culpas no es una simple forma de evadir responsabilidades, sino que es una conducta dañina y destructiva que, muchas veces, es el primer paso rumbo a la violencia, la infidelidad, la ruptura en malos términos y la enemistad entre los miembros de la pareja.
En otra entrada se abordarán los métodos más sanos de enfrentar los conflictos.